La verdad es que llevaba desde el miércoles pensando en el viernes, pues ese día ya me había dicho José María (mi profesor de prácticas) cuál era mi punto de examen y la hora. No pude evitar ser un poco mística y empezar a atar cabos cuando supe todos esos datos, pues me examinaba el día 25, un viernes (que es el 5º día de la semana), en el punto 5 de examen, a las 11:45 y éramos 5 alumnos los que nos examinábamos... Pues claro, era una señal del destino, el viernes era mi día... Muchos estarán pensando, ¿entonces se presentó la quinta? Pues no, tampoco es cuestión de pasarse. Tenía claro desde hacía tiempo que quería ser la primera en examinarme. Nada de nervios, ni acobardamientos, ni historias... Valiente como yo misma.
Pues, en un abrir y cerrar de ojos, ya me encontraba en el viernes, más tranquila que una balsa. Me levanté temprano, preparé las cosas de la Universidad, desayuné, me vestí, me peiné... El ritual de cada mañana. Fui a la Universidad y tuve clase de 8 a 10 de fundamentos matemáticos y edafología. Fue entonces, cuando me subí en el coche de mi padre para ir a la zona de examen, cuando me empecé a poner nerviosa, con una revoltura de estómago increíble. Intenté tranquilizarme de camino a allá, pero entre los nervios y que hacía un frío tremendo, mi cuerpo no dejaba de tiritar. Cuando llegamos al punto de examen, debajo de Decathlon, me dediqué a dar vueltas con mi padre en el coche por la zona, para intentar relajarme. Finalmente, tras pasarnos como media hora de un lado para otro, me dejó en el punto de salida, donde estaba uno de los chicos que se examinaba conmigo aparcando, con José María de copiloto, y otros dos alumnos en la parte trasera. Me despedí de mi padre y me subí en el coche con ellos. Fue entonces cuando me tranquilicé. El hecho de verme dentro del coche que conduciría una hora después me tranquilizó. Raro, lo sé. Nos quedamos un buen rato en el coche, mientras se turnaban haciendo prácticas dos chicos que se examinaban conmigo. Finalmente sobre las 11:15, estacionamos de nuevo sobre el punto de examen, y cuál fue mi sorpresa cuando, al bajarnos, vemos a una chica, con una libreta, esperando en la acera. Era nuestra examinadora.
El profesor se fue a tomar un café y estábamos los cinco alumnos con él, como cinco cachorritos abandonados y apaleados, a la espera de ser sacrificados. Cuando acabó, fuimos a dar con la chica. En mi examen me acompañaría una chica que no conocía, pero era la segunda vez que se presentaba. Nos subimos al coche, yo delante y ella detrás de mí. Ese momento en el que le entrego el DNI a la examinadora, y me dice: "Todo correcto. A partir de ahora tendrás tus diez minutos de conducción autónoma, puedes ir donde quieras. En mitad del examen comenzaré a guiarte yo. Entonces, deberás seguir de frente, a no ser que te diga lo contrario o veas una señal que también te diga lo contrario. Está bien, comencemos". Ahí ya acepté que estaba en el examen práctico, al lado de mi profesor, con el que había hecho unas 20 prácticas, siendo evaluada por una chica que no conocía. Bueno, pues hice el ritual de cada práctica, regular asiento, corregir espejos y retrovisor, ponerme el cinturón y me dispuse a arrancar el coche. Bajé el freno de mano y me dispuse a salir. Hice mi recorrido libre, desde la calle que se encuentra debajo de Decathlon, el que me parecía más fácil y, llegado a un punto, me empezó a guiar ella:
Cuando llegué a la rotonda que se ve en la foto, me dijo: "Muy bien, Déborah. Ahora le empiezo a guiar yo. Continúe bordeando la glorieta y salga en la cuarta salida". Cuando lo hice, me indicó que me cambiara al carril de la izquierda y subí a la glorieta. Entonces me dijo: "La salida Autopista Sur en la siguiente glorieta". Hice lo que me decía y cogí autopista y, la verdad es que la incorporación me salió de lujo. Eso sí, llegado a un punto, me metí en el túnel y se me olvidó poner las luces con antelación, sino que las puse cuando ya llevaba unos 2 metros dentro. Las intenté poner sin hacer ruido, para que la examinadora no se diera cuenta. Súper ilegal todo. Tras el túnel, me hizo salir por la siguiente salida, como indico en el mapa:
Cuando salí de la Autopista me hizo girar a la derecha, y otra vez a la derecha. Llegué a la Avenida de los Majuelos, y giré a la derecha, hasta llegar a la glorieta del muñeco de nieve. Me indicó que saliera por la primera salida.
Y ya, después de ahí, no me acuerdo de nada. Empezó a mandarme por mil calles, mil giros y mil zonas que ni me sonaban. Yo estaba bastante tranquila, pues no la había cagado en nada grande. Hice todo lo que me decía, pero entonces, llegó la catástrofe. Llegué a un cruce regulado por un semáforo que estaba en rojo. Había cola y me paré detrás de los coches. Debía seguir de frente. Cuando el semáforo se puso en verde, la zona se descongestionó y avancé. Justo antes del semáforo había un paso de peatones y, antes del paso de peatones, una cuadrícula amarilla inmensa. Pensé que me daría tiempo de pasar sin tener que quedarme en la cuadrícula, así que avancé, y justo cuando iba a pasar por el paso de peatones, el semáforo va y se pone en ámbar. Me detuve. Y ahí estaba yo, ocupando la cuadrícula amarilla... Me puse increíblemente tensa. No sabía que debía haber hecho: si saltarme el semáforo ámbar para no quedarme en la cuadrícula, o quedarme en la cuadrícula para no saltarme el semáforo. Lo único que se me ocurrió hacer fue avanzar un poco, sin situarme encima del paso de peatones, para liberar un poco el cruce que tenía detrás. Recé para que entendiera mi posición. Cuando el semáforo se puso en verde avancé, y me hizo girar a la derecha. Y cuál fue mi sorpresa cuando me dice: "Cuando pueda, estacione el vehículo". El corazón me dio un vuelco. Pensé: "Ya está, estoy suspendida por la maldita cuadrícula. A la próxima será". Pues voy, aparco, lo dejé genial. Y me dice: "Inmovilice el vehículo". Estaba profundamente convencida que lo siguiente que diría sería: "Cámbiense y que comience el examen la otra chica". Pero tal fue mi alivio cuando en realidad dijo: "Muy bien. Continuamos, incorpórese de nuevo". La alegría en ese momento fue indescriptible.
Me incorporé de nuevo, me llevó por algunas calles más y, finalmente me dijo que parase donde pudiese, para que la otra chica comenzara su examen. Cuando me senté en el asiento trasero pude al fin respirar. No sabía si había aprobado o suspendido, pero "a lo hecho pecho". La otra chica lo hizo como pudo, se saltó varios semáforos en ámbar, dejó paso a un peatón cuando el semáforo de los peatones estaba en rojo, etc. Miraba a la examinadora mientras apuntaba todo eso en su libreta. Finalmente, cuando llegamos al punto de examen, dentro del coche, nos dijo a cada una si estábamos aprobadas o suspendidas. Primero se lo dijo a la chica, y efectivamente estaba suspendida. Yo estaba ya que no podía con la incertidumbre. Cuando la chica se bajó del coche, llorando, la examinadora me dijo que estaba aprobada. Que había cometido el fallo de la cuadrícula pero había reaccionado bien al despejar la zona, y que en un ceda el paso, debía haber mirado un poco más. Ambas faltas contaban como leves, por lo que estaba aprobada. Cuando salí del coche estaba más feliz que una perdiz. Después se subieron los dos siguientes, que me preguntaron si había aprobado y, al decirles que sí, recobraron la esperanza.
Ayer fue un gran día. Después de tan sólo unas 20 prácticas (1 mes y 13 días), había logrado aprobar el práctico de conducir, el 25 de octubre de 2013. Pues eso es todo... En unos días me darán la autorización que me permitirá coger el coche, mientras hacen mi carnet. ¡Bien! Es así como, en dos meses y 13 días (un mes dedicado al teórico y un mes y trece días dedicado al práctico) me logré sacar el carnet de conducir, y ambas cosas a la primera.
Pues esto es toooooooooooooooooooodo. Ya os iré informando de mi vida... ¡Un abrazo!